Si me amamanto de la esperanza será un remitente
desnudo a la promiscua tendencia volátil
castigadora con aves negras de abandono
ni me dirijo al plano erróneo de una ciudad barroca
con dolor premiable de amargura
la roca esta febril, si le sumo lagrimas a su pronta desdicha
el calendario ya me marco tantas veces su partida
que de mí te marchas en cada aurora
ni penínsulas atascadas, ni soles fríos
trastocan mi inerte epicureísmo
vagabundo, lubricado de la prisa
antagonismo enseñoreado que me dejaste
manos de piedra se acumulan en la cuna
de mis maternos males, de mi casa desvencijada.
Solo me resta suministrarme a la plañidera
a cuenta de sentirme acompañado
de ese mal impreso del cianuro del recuerdo.
Wilfredo Arriola