jueves, 16 de agosto de 2012

No lo comprendo


La noche comenzó a partirse, como se parten los labios al pronunciar la palabra “amor”. Y de cuando, me abrigo la esperanza que dejan las calles al marcharse, llenarse de todo su torrente, de lastimar la piel con tanta pena contada desde la mirada, así me siento. La noche es una inmensa tarde de luto, donde la brisa recoge los recuerdos que van quedando baldíos, olvidados en las cicatrices que vuelven a herirse, que solo les basta el recuerdo para llenarse de dolores no superados, tanta quimera, tanto, tanto. ¿Adónde se suelta el grifo del latir? ¿para qué sirve mi voz? ¿a qué esquina llego y se vuelve más legítimo el fin del mundo? Su rostro es una respuesta que solo se responde desde el silencio. Nadie venga a tratar de redimir la esperanza, la congoja  apuñala, tus pasos dejan en ridículo esta silla cansada de esperar. Perdón por el Yo, usted, perdón por la palabra “vértigo” por la palabra “traición”. Desde hace mucho pertenezco al lugar donde el vaho crece al contrario de las heridas, y la pena es una nota  que se toca sin tocar…  Dejen al viento cantar con su voz de ramas, déjenlo hacer de cada mes un pueblo de días. Las sombras se debilitan y esta pasión acusa la niebla, me amarro al llanto, peco con tus silabas, la calle se hace mar con cristales de lustre. No comprendo nada, ni la fecha que no suma nada, no comprendo el victimismo de las sabanas, nuestra segunda piel. No lo comprendo amor, no lo comprendo.