lunes, 8 de julio de 2013

Carta de despedida: Notas en el camino




Escribo estas letras con más desamparo que ganas. He recorrido el último tiempo a solas, sin más noticia que el recuerdo y a estas ganas les da por morir a cada rato.

La tristeza siempre como lazo roto de las emociones, de pasiones sin sentido, y de tacto la soledad. No estás y por los últimos resultados de los días, asumo que tu firma de ausencia se escribe sola, reconozco la virtud de la conciencia en recrear una legitimidad pésima e incorruptible, no soy de tus emociones, mi palabra no ronda otra cosa que no sea que tu recato, lo he notado, he considerado amurallar mi presencia y volver cuando el azar lo diga, quizás en una rota esquina, quizás lejos de todo esto que mucho se le parece al fuego, porque quema y aleja, enciende los caminos pero solo los de partida.

La soledad crea personajes que luego se convierten en fantasmas que dicen la verdad, pero todo sucede amada, los hilos que nos ataban son ahora las señales que nos dividen. Creo que partiré, porque la felicidad no responde a ilusiones de paso, dejo libre entonces esta estéril conversación que apremia a la debilidad de saberse tan herido y a pesar del daño; seguir… como quien va con su rumor de adolescencia perdido de llanto, hemos llorado tanto sobre la misma historia que todo parece poco, hemos aprendido a resignarnos solo con el cuerpo, cosa fácil, lo difícil es que lo asuma la parte blanda de uno; el corazón.

Asumo esto y de seguir así, entraría en una fina deslealtad con mi persona que niego a someterme, y a ti a ensuciarte de esa desfachatez de vanidad. No reparo en los numerosos halagos ni en el destino que creé con partes de una felicidad de urgencia o de contingencia, que con recurrencia siempre inventamos, las razones sobran y el tiempo más, para poder deslindarse de nuestra propia autonomía y así corromper con palabras sin sombra las pasiones antes mencionadas. Sé que lejos de ti estoy lejos de todo, de las cosas sublimes que creamos que temo murieron sin la compañía de dos, nunca se fueron con uno sólo que al final es donde los amores crecen, cuando se van por separado a fundirse en la memoria de cada quien para idealizar un nuevo amor, temo que no, que murieron apenas empezaron a respirar lejos de cada quien. A eso le debo respeto, también al vértice encadenado de tus miradas y al descontrol que propiciaban tus palabras perdidas en los gritos, te debo y me debo mucho, lo sé.

No diré más porque se nota cuando uno termina dando más afectos que augurios, las cartas fomentan una dosis de cobardía que espero superar, las noches seguirán igual y nada de esto el día de mañana será cierto, nada. No te vuelvas a leer el primero párrafo, porque todo de nuevo será verdad.

Con muchas ganas de conocerte

Wilfredo Arriola.