martes, 10 de julio de 2012

Verbo amar quebrado





Si me vas a condenar por eso, condéname.

Detrás de los ojos la vida se derrumba
sé que no vendrás, y la llama ardera lentamente en mi hoguera.
Todo el fuego se quedara en el desván de la tarde
y en esta habitación  habitara tu crudo espacio.
Condéname por este silencio de pasos
por  confesarme en contra de tu voluntad
por  ver morir la copa, por verte morir en mis verbos.

Hay tardes que lleven  consigo un ramo de verdades
muchas soledades en medio de sus pasos
rostros con tintes desplomados 
-nada sucede así-
mis tardes soplan tu cuerpo, aunque no estés con migo.
Mis tardes tienen literatura, tus tacones tienen fiesta
y entre nosotros 
el verbo amar
quebrado.

Cállate mientras me cuentas tu historia, 
tatúame con tu sal de besos, 
toda la marimba de tus caderas.
Si hubiera una acacia su sombra dibujara
el mapa de nuestra primera cita
los secretos fueran públicos, esos que no 
sabemos contar, ni decir, solo en lo cobarde del pensar.
Ahí nada navega
– nada existe –
nos separa una voluntad de periódicos
es un ir y venir, y nunca leer una nota
para contarla con tigo
nos separa
la discordia del orgullo
un saber camuflajeado,
una frontera  de pies doblados,
una mirada hacia arriba
y en la frente la soberbia como ideal.

Desde hoy, y desde nunca se muere el amor
dividir huellas
¿Ya para qué?
De lo mío, solo rescato la armonía de nuestra  primavera
de lo tuyo, una rama de verano, decaída por el otoño
solo queda el frío de tu invierno, una verdad invertida
nosotros como la quinta estación llamada:
Ironía


Wilfredo Arriola  de Solo tu voz hace que niegue el silencio