viernes, 8 de julio de 2011

Carta: Querida...




Llegó la hora del adiós. Hoy lo di todo. Me voy sin nada. Te dejo mi silencio. 
Alejandro Jodorowski

Hablar del olvido es recordar. Hay cosas Querida, que uno nunca sabe contar, pero esta noche me sobran las letras, que mucho me pesan en este lado del corazón. Confieso que hay días que cuentan muchas historias que los años nunca sabrán. Lo más difícil de esta carta nunca ha sido saberla escribir, si no saber contar cosas que jure no poder expresar, no todas las cosas se cantan de este lado de la vida, si es posible titularle vida. Que desde que te fuiste no hace más que jugar entre mis susceptibilidades, esto de saber querer, es desleal cuando no existe el eco de tu voz por mis espaldas. Bien lo decía Benjamín: “No existen puentes que hagan menos hondo un abismo” quiero agregarle ni recuerdos que disfracen el alma. El tiempo pasa, y esto que nunca fue, hiere como realidad, solo las cosas que no han sido de nuestras vidas en realidad nos pertenecen. Yo llevo de vos mucho, historias vánales que por vánales llegue a quererlas, llevo tu insomnio con ausencia de mi vida, tu risa sin gestos… Llevo toda mi desesperación en mí ser. Usted, cuanto desierto se atrevió a dejar, cuando el mundo se derriba, las ruinas del pasado es lo único que suele acompañar.
Ahora que te recuerdo mientras escribo, veo todos los relojes y ninguno se atreve a tocar la hora de nuestra ruptura. Sabes, yo tampoco. Pero esto duele como dos desamores, sé que seguir hablando de dolor es convertirse en la continuación de una muerte anticipada.
La casa, la que nunca supistes de ella, sigue igual con su misma pintura barata, cosas con más valor que precio, sigue igual. Sigue igual las sillas olvidadas, las copas sin tragos, los lunes sin tarde, las canciones sin coros, la cama sin tu cuerpo, el café con mi angustia, el móvil sin tu tono, sigue igual, Los amores que su suman sin aportar nada, con su tiempo estrecho, con mi falacia de boca… Recordar es aprender del pasado, y me siento el mas analfabeto de los normales, saberte olvidar es la historia que parte de mis historia, aprender a vivir así, me destroza la psicología, por si no lo sabías. por si no lo sentías.
Espero con plena convicción que el destino te arrecie el destino que mereces. Desde acá veré toda tu risa vestida para otros ojos, muy tuyos, muy de él. Eso no se aprende, se vive.
Larga vida.
Con alevosía y sin cómplices
Wilfredo Arriola
P.D. Rómpela o hace lo que queras, es mas tuya que mía. La historia no se olvida.