martes, 22 de mayo de 2012

Velada Poética de La Fragua

Martes 5 de junio 6 :30 pm La luna Casa y Arte 

sábado, 19 de mayo de 2012

Carta en la deshora


Acudo a la letra puntual y con osadía. Desde la ventana que acusan nuestras conversaciones, con la pluma en la mano y dispuesto al interminable disparate de la impaciencia, escribo:


Sucede que he sabido recortar cada una de estas lunas que muy a su modo me han hablado de ti, poco he conocido el saberme hermano puro de mi lecho, enternecida turbulencia ha azotado las noches, en el patio de mi recuerdo, todos los columpios deshabitados en la deshora que ya no es. Vengo a lo tuyo, sin prisa fermentado del añejo vino del pasado, con su resaca de amores casi igual que la doctrina de aquella primera vez.
Ruego a los fantasmas todo el credo de darme a mí, la libertad de tiempos viejos, insisto en la literatura porque la copa ya rebosa de recuerdos vencidos y a esta prisa de duelo ya le pesa el listón.
Le pido encarecidamente con el mejor y ansiado carácter de su presencia, me devuelva todo el paraíso que algún día robo de mis entrañas, puesto a esto que le llaman vida, de hace tiempo le dio por no respirar, y sin saber… he tratado de buscar en la diana ilusoria del desván, alguna prenda que me hable de ti. No he tenido fortuna, confieso, confieso más: Contar fechas, llenar de actividades las memorias de mis paginas olvidadas, darle agua al vaso que solías llenar tú. Comprendo que he perdido más de lo que el amor me dio, en mis días ya nada se vuelve a mi voluntad, y si lo consideras poco, con justa razón te otorgo la voluntad de mi juicio a tu favor.

Las campanas de la iglesia solo invocan tu rostro antes de la seis de la tarde, los relámpagos impelen el arduo ejercicio de esclarecer los claros oscuros de tu ausencia, -léase en silencio y a punto de llover-  Para que contar más… Sin en mi pecho todo termina llegando a ti, quizás por momentos incomprendidos me reine el sosiego y se planta en mí, la sonrisa pasajera de mi boca. A pesar de tantos apesares sigo acá, como tormenta impuntual, deliberada y llena del color del invierno que tanto se parece a mí.
De mi son ahora los parques, el reverbero anunciando las siete, los escaños que se cansan de mirar, de mi, la ruta del sendero hacia el lugar donde se olvidan los nombres olvidados, tan solo mío, los ojos infinitos de la tarde.
Impropio me siento, escribir cartas pone en desventaja los años que me acompañan, más que eso, escribirte a ti, dueña de todos los pasados, musa infernal de cualquiera de los tiempos, rama obtuso del árbol del silencio. Llenar el papel de subterfugios es el reproche de vivir en esta era, y de ser amante, nunca amado. Pero el canalla sístole y diástole empuja ahora que ya no estamos, ahora quizás que nos recordamos más, y nos asistimos menos. Dejo al descubierto todo el mar de buenos sentimientos para contigo, dejo entonces el beso envuelto en este papel que vale poco en la hora infinita. No quiero desearte lo mejor, si no lo necesario, lo que te merezcas, quien  busca su felicidad termina encontrando su realidad, y no sé qué nombre lleve, o dentro de que cuerpo esté. La certeza que me pesa es que no fui yo, ni lo seré, y quien esté en tus vendavales se sepa llenar de todo tu fuego, de lo hondo de tu lágrima, de tu reproche rutinario y de tu inédita sabana llena del tesoro que poco vale ya.
La vez que juramos no volver a saber más de nosotros, juramos cita en lo eterno, juramos erizarnos la piel en nuestros logros, y saberlo contar a nuestros oídos que poco escuchan ya. No sé si me voy o el  final es una despedida necesaria. Juzgar desde lo vivido me hace, siempre  estar contigo en mis inicios, y temo fehacientemente que renuncio a este rol de mártir conmovido, y de tu ojo insensato después del abuso de tu mirada.
Prometo dejar más cosas sin contar, o contarlas en otros cuerpos.
Quien nunca escribió
Wilfredo Arriola
Cuarto mes del presente, a las veintidós horas, noveno día.
  
de  Remitente : Soledad  -cartas al abismo- 

lunes, 14 de mayo de 2012

Distopía

Cuando el viento arrecia
deja que te calle un verso.

Ahora la vida es una apuñalada
y los trigales desde  hace mucho tiempo
llevan consigo el luto de su verdad
bajo el asfalto.
La utopía por fin se lleno de realidad
y  ha conocido el infinito,
esta vez sin mí.

Si el viento te toca
venda las heridas
con las lagrimas ahogadas del mar en el siglo XVI
que esto no es igual
y en mi mente arde el sabor 
de lo innombrable.

Puéblame la vida,
intacta luz
perfecta osadía.

Nada inquilina ahora mis sueños.
Te busco ahora, porque el mañana encierra
una grave mentira del pasado
esta verdad solo puede ser cierta
en tus labios.


Wilfredo Arriola


miércoles, 9 de mayo de 2012

Gente


Gente que ocupa el silencio para mendigar la sabiduría
gente que usa la moda para darle ventaja a lo trivial
que leen los periódicos en los andenes de una intelectualidad condenada
que hablan de la justicia con un arma en la mano.
Gente que llevan una lluvia en sus ojos
y por rostro una verdad dañada.
Quizás como tú, quizás como yo
Pendientes del repique de una iglesia que arde con una fe conmovida
con su ofrenda de esperanza enferma de frío.
Gente que usa los andenes de los parques para inventarse la vida que les falta
Que se inundan en la mentira, porque sus excusas nunca se hicieron verdad
que les gusta el sexo, que lo maldicen después
que hablan del dolor como parientes de la ironía
que usan extranjerismos como sinónimos de ambigüedad
que usan sus labios, pero no su voz
que hacen de la crítica la parte más resentida de sus vidas
que ocultan su dignidad debajo de unos lentes de sol.
Quizás como tú, quizás como yo.
Que ponen su mano en el pecho y se olvidan del lecho donde los pario el amor
que van, que vienen
que usan de trinchara la palabra INDIGNACION
gente de  ayer, y quién sabe si de mañana.
Que usan la pobreza para denigrar la honestidad
gente que le dan valor a la soledad por medio de un móvil
que usan la arroba como apellido
que hablan solo cuando tienen  esquinas
que le apuntan a lo tirano, a lo impropio a lo ingrávido.
Gente quizás como tú, quizás como yo.
Que dan conferencias con voces prestadas
que bendicen desde la religión de la soberbia
que se jactan del verbo,
 que nunca olvidan las preseas del pasado
quienes buscan el palco del silencio, cuando de sus errores se trata.
Que han aprendido a desaparecer
que ponen el titulo de amigos en el último favor
que nada tienen, ni fecha para su muerte.
Gente que están tan cerca de mí, de ti…
Gente  que después de su partida
con justa razón se les ha sabido olvidar…

Wilfredo Arriola