jueves, 25 de septiembre de 2014

Y entonces, el derrumbe


He cumplido su voluntad. 
Que sirva no para la servidumbre
sino que sean las manos llenas
que muestren la devoción de la sincera pérdida.  
Lo sensato a veces tiene forma de cadenas invisibles a los ojos de quien lo exige.
Apostólica esta forma de falsa presencia, en las tarimas de lo inconcluso.
-No es legal el silencio que se forma de voces a la inversa-
como pie de página de cualquier página 
Sigo agitando las hélices con el viento de la desesperanza
de tu tiempo hay algo que ya no es leal a las consignas
las mentiras del pasado fermenten una extraña verdad
cuando el recuerdo sabe a obligación.

No detengas más.
El pulso insensato de tu índice señalando el pasado
bello oxímoron que desconoces.
Tú que me mostraste el único brillo difuso de la luz.
La equilátera sensación del tacto.
A tus extensiones responden mis inestabilidades.
Parlante la señal de lo venidero.
La dramaturgia explicita, me sofoca
para inventarle otro rostro al desastre
pero no lo comprendo así. 
Entonces, 
el derrumbe.

Te he querido tanto que no volví a quedarme en tu punto débil
para no tener más razones de irme.
Y esto tampoco equivale a drogarme con tus partes inciertas.
No creo más en la solemne firma del futuro
tu signo no es de mí parecer y a todo lo venidero
le veo el perfil agnóstico del placer.
Y entonces, el derrumbe.
Sepa que he cumplido con su voluntad.

Su entera voluntad. 


Wilfredo Arriola