lunes, 24 de mayo de 2010

A tu correspondencia:


A tu correspondencia:

Te extrañara este cumulo de letras fingiendo comunicación, fingiendo necesidad de saber, admito que esta confesión no insinúa más que falacias en contra de la soledad, ni yo me veo escribiendo, ni a ti te imagino leyendo.

He de saber que nunca se te vino en gana leer mis escombros de ideas, ya que según tú, era una idealización para una muerte prematura en donde con oraciones mal habidas yo mismo tallaba mi ataúd, no te culpo de tus hirientes palabras en pos de mi póstuma dislexia ante la literatura. Ahora admito que nunca eh dimitido ni lo hare porque este oficio casi fascista me ah colmado las ganas y de a poco me anestesia tu silla vacía. Sigo sin saber de tu paradero, si le apuestas a la docena de cigarrillos de tal manera incendiando la poco directriz que te acompaña, ni me sumo a las consejos baratos, ni maquillo esa dejadez voluntaria que te mantenía a la cima de tu orgullo, lo entiendo, aun sabiendo que la puta manía esta ascendiendo cada vez más, como esos púberes enamorados identificados con todo y nada, así te veo, hasta en los cuerpos desnudos que se destrozan en el tiempo, con un sexo astillado de espera y con la áspera y cínica idea de tu regreso, me diluyo en cloacas, me vierto en el aire. Ya las copas fueron brindadas y no resta más seguir así, no podemos, por lo menos yo, seguir contando meses eternos, disparatándome con hubieras sentenciados realizados en ningún lado, más que los pasillos de mi mente. Que a que quiero llegar, que ya pasaron los días y esa firma de despedida parece ser real, y por donde se me asoma la vida, no hace más que jugarme malas pasadas e imaginarme en bocas ajenas que nunca fueron de nosotros, si los besos que nos quedan están en la arcaica prisión legendaria del tiempo, será mejor por el bien de nosotros destruirlos, en esta sepia despedida, que ya fue y por mi humilde osadía contra el desamor la revivo…

No estamos, a lo sumo quedan pringas de los sucedido que se instala en la parte de la reminiscencia de cada quien. Difiero y no quiero saber que esto es lo último que te escribo, pero tus hechos silenciosos me obligan a hacerme ideas, de que esto que fue ya no seguirá siendo. A tu correspondencia es esto, una carta que se leerá sola. Deseando ponerle voz a tu regreso.

El mismo de siempre.