domingo, 28 de junio de 2015

Presagio


Vivías pensando que el sinónimo de Dios era el destino.
Que la guerra no la ganaba la cobardía
que la mitad del día siempre eran las seis de la tarde
y aprendiste a llorar
cuando te marchabas sin moverte de tu lugar.
Todo lo sabias
incluso, el pasado no lo mezclabas con la soledad
porque era una sería traición para el presente.
Quisiste más a los que te dejaban sola
que a los villanos que se llevan una parte de ti
aunque fuera tu odio.
Yo no sabía que decirte
no conocía otro desierto en ti más grande que tu sonrisa.
Secreto conocido sólo por tus pasados…
creías que la lluvia era el tango de los ángeles
que el dolor era la lástima que se tiene a uno mismo
que toda permanencia en un lugar hostil se vuelve suicida.

Pero te llevas tanto
que el espacio que dejas
pasa a ser más deshabitado
que una cama donde se ha hecho el amor.
Te recuerdo sin anexos
porque fuiste la tinta para escribir
mi historia en las páginas de tu piel.
No sé volver sin el cristal de tus pupilas
sin la rosa que crecía en tus manos
cuando la agitabas en el adiós…
Eras las comillas de mi felicidad
la armónica que se despega del bis de las tardes.
Hoy dispongo de tus rarezas en mi mirada,
todo me parece trivial, sucinto, tuyo.
Creciste en mi apego y a todo adonde no estás lo llamo baldío.
Las fechas sabrán olvidarnos más rápido que nosotros a ellas
los pasados sin destino siempre traicionan más
así como la verdad cambia de dueño en cada poema.


Wilfredo Arriola 


Antología Invisibles 2013