Creo que he cumplido con quién he querido, mejor que
ellos con migo. He saludado a quién he querido saludar, he asistido adonde me
han invitado y también he ido a lugares que iba más mi razón que mi piel. Creo
al final que uno termina haciendo y siendo el mismo inventario al final de los
años, pero la mirada cambia y las cosas que antes parecieron ser autenticas se
han alterado. He visto mentiras convertirse en verdad y viceversa, también le
preste mis ojos a la tristeza y mi boca a la alegría; llore, reí, baile,
resumiendo viví.
Vivo con el peso de todos los años, también ame igual,
comprometí mi moral en unos brazos que ya no están. El tiempo ha pasado rápido,
mire amores del pasado y en mis ojos cayo el ancla de la realidad, reiteré
tanto tiempo que pudo pasar en mis ojos y sobreviví con la alegría de no sentirme parte de un
pasado, que tanto dolió. Conocí personas eternas que ya no están, consolide
amistades con personas que sin saber se metieron en lo mío y me enseñaron a que
conociera mi verdadero nombre, ayude con delirios, me ayudaron escuchándome…
sentí el brazo de la calma en mi hombro cuando ya no sabía qué hacer.
Le vi pasar tantas penas a unos ojos dañados, me hice parte
de ellos, de ellas. Porque la angustia y la desesperanza siempre son motivos de
empatía, viví las notas del piano junto a ellos, ver lo que se desploma era
desplomarme también. Así soy, con un imán en la memoria, con una mano blanda
que acaricia las noches de enero, de abril, de agosto y ahí hay que morir… Sentencie en cada mes que no tengo otra
patria que no sean sus ojos, pero la memoria traiciona y me he quedado apátrida, sin luz… sin un
futuro menos claro. Ha sucedido tanto, he llegado a sitios a donde la plenitud es
cuestión de una decisión, puesto me he quedado asombrado al ver lo fácil que
resulta el bienestar. He reído al compás de una canción asignándole completa
reverencia a un futuro de rosas. Conocí el insomnio más aun, me hirieron las
garras de la enfermedad, brinde con nadie y brinde entre amigos. No sé al final
que valdrá la pena, pero yo este año me he llevado mucho, se ha quedado con
migo; tormentas, besos, golpes, poemas, amigos, publicaciones, desengaños,
alegrías.
Ahora queda dejarse más suelto ante lo que venga y
abordar cada momento, como quien aborda su último momento, vencer la prisa y
sobrevivir a tanto. Nada es para siempre, ni el olvido.
Desde mi trinchera te deseo toda la plenitud que das,
los besos que entregues, los pechos que aprietes, todas las lágrimas que sean
de felicidad y si no que no lo olvides. Te deseo una tormenta segura y la
tranquilidad de una madre sonriendo, a por todas.
Feliz Navidad y feliz año 2013.
¡Brindas por mí, por todos!