domingo, 7 de octubre de 2012

Inventario de Ventanas (reseña del libro Ventanas de Lya Ayala)

Inventario de Ventanas (comentario del libro Ventanas de Lya Ayala)

Al momento que adquirí Ventanas de Lya Ayala, no sabía que aquel libro también era una llave. Una llave que daba paso a aquella casa, donde figuraba un mar imaginario, estirpe de la poesía en general. No solo eso, le construyo a su vena poética una casa dentro del mar. Entro a ese espacio y me entero del silencio contemplado de
sde una silla, de la mirada ensimismada de la poeta, del poeta, de todos los poetas que nacen dentro de su mirada. Onda por inercia de la observación. Aquella ventana era la frontera de las sombras, del tiempo, de las pieles, del auto cuestionamiento, mezclando la inteligencia con la intimidad de todas sus dimensiones.
La anatomía de ventanas, es resumir años, plazas, aeropuertos todo dentro de sí. Se carga de historia sus páginas. Entrar a Ventanas es prestarle los ojos a la autora, medir el tiempo desde su sala, ver como se seca la tendida ropa de la piel de sus inventos, es ser lluvia y llover desde su mirada. Dejar que hable su silencio, ver crecer la naturaleza desde su habitación, ver morir sus miedos.


Cada paisaje, las tantas horas del día arremeten en contra, mejor dicho, a bien de la poesía. Lya abona con sus letras una especie de sensibilización humana, dejar en relieve las circunstancias tan ligeras de la vida, esas que nadie señala con pasión; como una hormiga solitaria buscando su camino, como la tristeza de los cristales, la sombra de los pequeños árboles. Así como también tantos elementos. La plenitud es algo que sucede de la piel para dentro, en este caso de la Ventana hacia adentro, del alma a la letra, de la palabra al sentimiento. Recorro la casa, soy invitado. Los pasillos me muestran las mariposas, verlas es subir la colina, y subir la colina es nombrar de nuevo a la vida.


Cada parte es una escena, sin reglas, una soledad decidida. Ventanas es la mirada larga, sin interrupciones, están de más, comas, mayúsculas. Un camino que sin detenerse, nos logra suspender. He entendido que los versos son una partícula, quizás una palabra, un cuadro que adorna sus paredes, una flor dentro de su vasija, un reloj que asigna tiempos irrevocables, tiempos vitalicios.
Recuerdo el poema “Puertas” donde asumí conversación imaginaria con ella, en la sala de estar, de patio, el mar; la ventana de testigo, sus ojos describiendo el verbo amar a rabiar. Sentirla decir el momento preciso con cada parte, con los dedos, con las palabras, con las manos. Eso es amor, su puerta, sus ventanas.
La oralidad de la poeta me dejo la inquietud de sus hazañas, digo oralidad porque es imposible no alzar la voz y sentirse dentro de la casa, tomarse un tiempo a solas, reivindicarse con el “Yo” nuestro, retomar las cuentas personales y hacer de ese tragaluz una nueva mirada. De mi parte aun conservo esta llave, de pronto agarro mi imaginación y veo como el agua duerme en el mar.

Wilfredo Arriola





publicado el día sábado 6 de octubre en el suplemento 3000 Diario Co-Latino El Salvador