La
casa me abandona
yo
no tuve el valor de hacerlo por ella.
Me
persigue la sombra de sus sillas
el
alegato después de una noche de insomnio
no
podría partir así
partirme
como
se parte la luz al cerrar una puerta.
Debo
en mi licor de la palabra
permanecer
desentendido
ese
no asumir mi estancia
adonde
tantas veces sude tu ausencia.
La
casa cuenta sin mí
como
dando golpes con su viento
entre
su techado
entre
el cerrojo
frontera
de las decepciones.
Mas
no hay nadie
ni
paredes adonde poner cuadros
que
relaten mi sensibilidad
mi
ojo herido
la
vanidad de la permanencia
el
tic tac del corazón.
Presumo
en mi humanidad
el
delito de abandonarme
de
saberme rozado de balas
de
describirme desnudo
al
pie de cualquier salón donde soy ajeno
ajeno
sin tierra para el deceso
sin
la tenaz hoja de tu verano.
Abandono
el árbol
que
no plante
en
ningún cuerpo
suficiente
es ir por la vida
tan
lleno de culpas
sabiéndome
apátrida
casi
sin mí
casi
sin nada.
Me
sobra una excusa
que
no podrá encontrar una casa
para
poder contarse
como
yo quisiera.
La
casa me ha abandonado
justa
razón tiene.
Wilfredo Arriola
De Insomnio: Las horas que marcaron un final