viernes, 4 de abril de 2014

“En este oficio no existen oportunistas. La verdadera literatura permanece en la historia”


Entrevista a Mauricio Vallejo Márquez, poeta, cuentista y ensayista salvadoreño




Mauricio Vallejo Márquez  (San Salvador 2 de diciembre de 1979) poeta, narrador, ensayista y periodista. Licenciado en ciencias jurídicas, con estudios en Comunicación Social. Miembro de la generación de postguerra de El Salvador. Actual coordinador del suplemento 3000 del Diario Co Latino. Estos datos forman parte de un ramillete de títulos de este polifacético escritor, que se ha dado la tarea de responder con soltura desde su concepción de poeta y con la radicalidad también de ensayista.

Para conocerle más a fondo y enterarnos un poco del pensamiento de Mauricio Vallejo Márquez, hijo del poeta mártir Mauricio Vallejo Marroquín. Vallejo nos  deja conocer un poco de su intimidad y nos muestra su contundencia a la hora de responder, que siempre descubre un camino nuevo, en el cual surcan los espacios de la palabra y de la poesía.

El autor de Bitácora alegre y sagaz pone en manifiesto sus raíces, contempla desde su perspectiva sus puntos de vista de la literatura, del arraigo que tiene a sus letras y los detalles que conforman una vida. La patria, el odio, el sentimiento, sus autores más intensos, su ideología, son los puntos que hacen más interesante a este literato salvadoreño.

Una entrevista que revela los datos que nunca había respondido y que frente a frente con la pregunta, responde como solo un artista lo pudiera hacer. Autentico y descriptivo el poeta abre el umbral de su arte. Mauricio Vallejo Márquez argumento de esta manera:


¿A que le tiene miedo un poeta?

A las sombras que nos habitan. Esas sombras que no nos permiten ser nosotros mismos. Quizá ese sea el primer temor, luego hay una fila larga esperando, que un día puede convertirse en poema. El poeta termina sosteniendo entre sus manos el miedo y lo inmortaliza en algún verso.

De su infancia ¿Qué recuerda cómo poesía?

¿De mi infancia? Sería más justo decir de la vida. Creo que todo, los pasos de los adultos entre las sombras cuando aún pretendíamos dormir, los aromas que parecen siempre estar y tener la misma edad, el viento que a veces se vuelve imprudente para hacer ola el cabello, el árbol de nance en la casa de mis abuelos que a pesar de ser desarraigado siguió dando sombra, la calle de tierra en Tonaca que se convertía en río el tiempo que duraba la tormenta. No lo sé. La poesía en sí no prefiere conceptos ni teorías, sencillamente es y permanece, sin edad aunque avance con nosotros, porque siempre volverá y estará. La poesía habita el kairos.

¿Le quedan deudas pendientes con la literatura?

Siempre estaré en deuda, aunque quiera saldarla. No alcanza la vida para darlo todo, aunque lo procuremos. El detalle será que logre saldar a algún lector y que este desee seguir devorando algunos de mis escritos. Eso sería suficiente. Pero, igual que cualquier artista deseo seguir produciendo y teniendo el temple para distinguir si esas obras merecen ser compartidas con los demás o continuar en esa lucha de corrección y de búsqueda como sucede en la mayoría del tiempo.

¿Ha conocido el odio en esta vida?

Nadie me lo ha presentado, pero ahí está. Anda en las calles, en las casas, los trabajos, incluso en la política. Ese odio sin razón o con sus razones, como el odio que tuvieron los asesinos de mi padre. Aunque el odio esté presente no creo que sea lo justo tenerlo como adorno en el pecho, nos hace menos. Sin embargo, la gente decide si le da puesto o simplemente lo ve pasar por la calle. Yo prefiero tenerle distancia, si me unto de él, seguro no tendré buen futuro.

¿Ha conocido la libertad en la poesía?

No se puede habitar en la poesía sin libertad. Es el detalle que despierta el verdadero sentido creador. Una libertad inducida o controlada por los límites que te da el talento, el estudio y la práctica... Además de un buen detector de errores para distinguir entre lo que es poesía y lo que no. Digamos que a veces, no lo voy a negar, he caído en el libertinaje. Me pongo a escribir sin medida y eso aunque resulte positivo, sino le pongo límite termina volviendo más lenta la depuración... sobre todo cuando tienen que ser temas que no son propios. La libertad es lo que nos da autenticidad, nos dice a nosotros mismos: somos.

¿Qué le ha dado  más a la poesía, el comunismo o el socialismo?

A la poesía todos les dan en la misma medida. Creo que la reflexión sería más adecuada al decir qué han recibido estos sistemas de ella. El comunismo recibió muchas flores, hasta Stalin tiene bandera en ella gracias a Neruda, y de vez en cuando han bailado ideólogos, sucesos y más. Es aquí donde se añora esa utopía y se procura, y él poema a veces resultó el causante de una revolución o un poeta como José Martí. En fin el poeta es un idealista, ¿por qué no se comprometería con un ideal tan grande? Ahora vámonos a lo otro, el socialismo. Algo que es distinto, porque el comunismo es un ideal, aunque se represente como un sistema. En cambio el socialismo sí es un sistema y podemos verlo con claridad en muchos países o en las acciones que tienen. El socialismo ha permitido el cultivo de las artes, pero en algunos momentos se ha convertido en su escaparate. No hay ser que no tenga ideas políticas y definirlas y mostrarlas en un poema es la opción del poeta. Si él lo hace, qué bien... y si no, igual. Es su libertad. Merecen ambos el mismo respeto. En lo personal soy un hombre de izquierda y si considero necesario mostrarlo en mi trabajo literario lo haré sin dudar.

¿La literatura es una catequesis? ¿Qué enseña, si lo es?

Enseña la vida, la historia, todo. La religión llega a afirmarse en los individuos porque existe la letra. Sea ficción o no es lo que afirma un pensamiento, una idea o un hecho. Si no hay literatura no hay testimonio del ser humano. La palabra es vida, por la tanto la literatura más que una catequesis es el oxígeno de la humanidad, su refugio y su escape. La literatura nos enseña quienes somos, quienes fuimos e insinúa quienes seremos. Todo depende de los ojos que la leen y que la observan. Algunos le rinden rito, otros la ven como herramienta y los elegidos la observan y aprenden de ella.

Antonio Escohotado dijo “Aprender a morir es aprender a saber “¿Usted está de acuerdo con eso?

Es su opinión. La mía está lejana. Aceptar a morir, sólo nos prepara para lo irremediable. En cambio vivir, aprender a realmente vivir tiene que ver más con aceptar el presente y tener la certeza que todo habita en este: pasado y futuro. Viviendo ese presente como debe ser vivido, con intensidad, con valores, con esa cuota de buscar la perfección consciente de nuestra imperfección. Sencillamente vivir para saber y saber para vivir, porque nunca es lo mismo. En el caso de Escohotado tendrá sus razones, seguramente al reflexionar su muerte aprendió mucho.

¿Cree en la inspiración? o ¿es la excusa de los oportunistas?

¿Cómo te enamoras? ¿Acaso no es algo inesperado o la planificas? La inspiración puede llegar, y como el amor puede crecer y cultivarse, así sucede con la literatura. Decides amar y en esa decisión vas encontrando el camino para mostrar el afecto, para remarcarlo, para insinuarlo. Ese mismo trato tiene la hoja de papel o el monitor de la computadora que va recibiendo toda esa pasión en palabras. En este oficio no existen oportunistas, los que llegan se van con el tiempo. La verdadera literatura permanece en la historia, no con premios amañados o con el espaldarazo del amigo. Sino que con la verdad, como el buen amor, simplemente llega.

¿Ha pensado alguna vez en su legado como escritor?

Más que en el mío, pienso en el de mi padre. Me apena que no he podido divulgarlo en la medida que lo merece y que el tiempo nos está comiendo. Y esa reflexión me recuerda que yo también debo seguir produciendo y mostrando mi trabajo. No sé si dejaré un testamento literario o si toda mi obra merezca ser considerada mi obra. Sólo quiero tener la oportunidad de compartir lo que el tiempo decida que comparta. Porque llegada la muerte no creo que me preocupe tanto, tendré otros intereses.

¿Se considera parte de una generación literaria?

Bueno, así dicen. Pero en la realidad tengo mis dudas. Primero porque con los que llaman generación de posguerra tenemos diferencias sustanciales, soy de los menores, mucho menores en edad y tengo otras temáticas e intereses, pero tomo a bien que me hayan incluido, eso te da algo de identidad. No somos islas, aunque querríamos.  Luego, con los escritores de mi edad que se ponen en otra generación tenemos aún menos cosas en común. Quizá me definiría como de posguerra porque mi infancia la viví en la guerra, con persecución, con familiares mártires (como mi padre) con la conciencia de que mi apellido me relacionaba con la revolución y que eso era suficiente para que la guerra no se aparte de mí; al contrario de la mayoría de mi generación que fueron espectadores de la guerra. Pero todos la sufrimos de una u otra manera. Eso nos hermana, la poesía siempre es otro camino.

De los autores que ha tenido el placer de leer ¿Quiénes merecen atención?

No voy a ser hipócrita y te voy a decir uno en particular. Mi verdad será diferente a la que tengo otros u otras. Tengo mis lista de autores, que admiro y mucho, pero un verso puede anular cualquier juicio. La tristeza de César Vallejo siempre la deben de conocer, porque es una tristeza hermosa y que cabe en palabras altisonantes. La hidalguía de la emoción en la lírica de Luis Cardoza y Aragón son fundamentales para saber que el ritmo puede crear una corazonada. La melancolía de las metáforas de Pablo Neruda pueden hacer que pintemos versos aún en la oscuridad. Y mi lista podría seguir, siendo injusta por pretender darle justicia a todos. Lo importante es que le demos atención a los escritores que el tiempo se encarga de sostenerlos, los clásicos, los iniciadores de escuelas y estilos. Sin dejar pasar a los actuales como Benjamín Prado o Raúl Zurita y el siempre sano Ernesto Cardenal. Así como tener ojos para los que van surgiendo y no vedarles el camino por mezquindades o incomprensión.

¿Qué le debe a la patria?

Ese concepto me inhibe. Porque la patria se ha vuelto impersonal y algunos prefieren decir país o compatriotas en el mejor de los casos.  Pero tomémoslo a bien y digamos que la patria merece lo mejor de uno, porque está en su seno, porque nos permite convivir entre muchos  más. Y nos niega, teniendo la soltura de convertirnos en apátridas. Mi deber con la patria es escribir. A ver si mi ofrenda le resulta como la Abel o la de Caín.

Si tuviera la oportunidad de ver a su padre de nuevo ¿qué fuera lo primero que le dijera?

No tendría palabras. Lo vería de frente, me encargaría de verificar su rostro, de compararlo con las fotografías, de buscarme en él. Y sí al tener la certeza que es ese Mauricio Vallejo que conozco solo por historias, me acercaría y no tendría ojos para verlo porque le daría un abrazo procurando devolver el tiempo en que ya no fue posible que estuviéramos tan estrechos. No habrían palabras, sólo gestos, llantos. Y el pausado trajinar del pecho entre sollozos de alegría. Quizá después de sentirlo nuevamente diría: papá.

Mauricio Vallejo Márquez ¿Con qué personaje se identifica más? El poeta, el narrador, el periodista, el humano, la persona de élite, el amigo…

Digamos que persona a secas. De esas que les gusta hacer muchas cosas y que no puede renunciar a quien es. Una persona que a ratos es poeta o narrador, pocas veces periodista (aunque sea de lo que más vivo) pero hacedor. Porque así es el sentido de la vida: hacer. Los nombres sólo son para identificar los hechos u acciones, nada más.



CINCO (Apuesta)
Mauricio Vallejo Márquez

Ahora que sobre la mesa
solo queda la silente baraja
y el rumor de algunos dedos
paseo con mis ojos los surcos duros de mi rival ,
los párpados caen
y mi mano vacía.
No queda más de valor para apostar
sino la vida.
Despacio y como arrullo arrojan dos cartas.
Quedan tres, pero detiene su pulmón.
Apenas tiene frío y sólo hay un sol en la mesa.
Ya quiero cambiar mi reina con sus ocho espadas,
que todo un ejército acampe rojo y con banderas
pero no este 2 de corazones ,
sin escala ni color
solo pareja
y a mi rival se le escapa el honor por la frente .
Juego la mesa y la vida,
él un ruido con su hombría
antes de darme la mano
resignado .




“La literatura nos enseña quienes somos, quienes fuimos e insinúa quienes seremos.”
Mauricio Vallejo Márquez


por Wilfredo Arriola