Escribo estas letras con más desamparo que ganas. He
recorrido el último tiempo a solas, sin más noticia que el recuerdo y a estas
ganas les da por morir a cada rato.
La tristeza siempre como lazo roto de las emociones, de
pasiones sin sentido, y de tacto la soledad. No estás y por los últimos
resultados de los días, asumo que tu firma de ausencia se escribe sola,
reconozco la virtud de la conciencia en recrear una legitimidad pésima e
incorruptible, no soy de tus emociones, mi palabra no ronda otra cosa que no
sea que tu recato, lo he notado, he considerado amurallar mi presencia y volver
cuando el azar lo diga, quizás en una rota esquina, quizás lejos de todo esto
que mucho se le parece al fuego, porque quema y aleja, enciende los caminos
pero solo los de partida.
La soledad crea personajes que luego se convierten en
fantasmas que dicen la verdad, pero todo sucede amada, los hilos que nos ataban
son ahora las señales que nos dividen. Creo que partiré, porque la felicidad no
responde a ilusiones de paso, dejo libre entonces esta estéril conversación que
apremia a la debilidad de saberse tan herido y a pesar del daño; seguir… como
quien va con su rumor de adolescencia perdido de llanto, hemos llorado tanto sobre
la misma historia que todo parece poco, hemos aprendido a resignarnos solo con
el cuerpo, cosa fácil, lo difícil es que lo asuma la parte blanda de uno; el
corazón.
Asumo esto y de seguir así, entraría en una fina deslealtad
con mi persona que niego a someterme, y a ti a ensuciarte de esa desfachatez de
vanidad. No reparo en los numerosos halagos ni en el destino que creé con
partes de una felicidad de urgencia o de contingencia, que con recurrencia siempre inventamos, las razones sobran y el tiempo más, para poder deslindarse
de nuestra propia autonomía y así corromper con palabras sin sombra las
pasiones antes mencionadas. Sé que lejos de ti estoy lejos de todo, de las
cosas sublimes que creamos que temo murieron sin la compañía de dos, nunca se
fueron con uno sólo que al final es donde los amores crecen, cuando se van por
separado a fundirse en la memoria de cada quien para idealizar un nuevo amor,
temo que no, que murieron apenas empezaron a respirar lejos de cada quien. A
eso le debo respeto, también al vértice encadenado de tus miradas y al
descontrol que propiciaban tus palabras perdidas en los gritos, te debo y me
debo mucho, lo sé.
No diré más porque se nota cuando uno termina dando más
afectos que augurios, las cartas fomentan una dosis de cobardía que espero
superar, las noches seguirán igual y nada de esto el día de mañana será cierto,
nada. No te vuelvas a leer el primero párrafo, porque todo de nuevo será verdad.
Con muchas ganas de conocerte
Wilfredo Arriola.