sábado, 16 de noviembre de 2013

“ESCRIBIR HA SIDO LA JUSTIFICACIÓN DE MI EXISTENCIA” Entrevista al poeta Javier Alvarado (Panamá) poeta

Javier Alvarado abre un poco de su intimidad y valoraciones acerca del género que le da nombre a las cosas: La poesía, quien a sus años ha sido un baluarte para poder encontrarse y darle vale valor a su existencia, según sus palabras y en su contundente transparencia nos muestra ese lado personal y su ojo crítico, destacando siempre al lector como máxima apuesta, el complemento que avala el trabajo de un poeta.


1.   ¿Qué hace a la poesía especial al resto de géneros literarios?
Es el primer género para nombrar las cosas, para tratar de explicarse al mundo. En estas reflexiones, evoco ese hermoso libro de Eliseo Diego Nombrar las cosas o la lectura de los poemas de nuestros indígenas americanos. La poesía está en todo y tiene la magnificencia de quitarle la ropa al poeta frente de quien sea, aun cuando sus poemas sean leídos o escuchados en otras partes.   Yo me confieso admirador de los prosistas, ensayistas y dramaturgos, pues el trabajo de carpintería es enorme y algunos me han dicho que la poesía para ellos es lo más sublime que existe, entonces hay un consenso mutuo sobre la grandiosidad del género, que nos rodea como todas las cosas.

2.   En cuanto al poeta ¿Qué papel tiene en la actualidad?
Ese ser que escribe poesía, que nos deja un poema, da la prueba de que aún no nos deshumanizamos.

3.   ¿Quién avala si alguien es poeta o no?
Después que un poema golpee, conmueva, transforme ese es el aval.

4.   ¿Se encuentra poesía en la música o en otro medio de difusión contemporáneo?
Claro que sí, puedes encontrar poesía en otros géneros o medios.  Hace poco escuchaba piezas de música garífuna (en una lengua que desconozco) y solo el ritmo y las voces me dan un gran poema.




5.   ¿Se puede ser feliz y poeta al mismo tiempo?
Yo no recuerdo haber escrito un poema estando feliz; creo que escribir es llenar un vacío, buscar una realidad, concretar abstracciones o hacer abstracto lo concreto, vivir en metáforas ante una realidad o cotidianidad de estos tiempos. La poesía me hace vivir en un estado distinto, pero consciente de lo que ocurre.  El poeta español José Hierro tiene un libro llamado Alegría, donde su advertencia inicial es: “a la alegría tras el dolor” y transcribo el Soneto completo que aparece en su precioso libro:
Alegría
Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía.)

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.


El dolor y la alegría tienen que estar juntos de alguna manera para generar el arte.

6.   ¿La poesía es sinónimo de sabiduría?
Los sabios de las tribus indígenas cantan poesía.  Pero no creo que eso hoy día sea aplicable a algunos poetas que por escribir poesía o decir que lo hacen, sean sabios y mira cuánta agua y cuanto viento ha corrido desde Salomón, aunque hay algunas excepciones, claro está; pero no creo que haya una sinonimia total con eso.

7.   ¿A qué poeta según su criterio es imprescindible leer?
Me tomo la confianza de nombrar a poetas para mí, imprescindibles: Eugenio Montejo, José Lezama Lima, Olga Orozco, José de Jesús Martínez, Enrique Lihn, Gonzalo Rojas y José Carlos Becerra.

8.   ¿Para qué se escribe?
En mi caso, escribir ha sido la justificación de mi existencia.

9.   ¿A qué le apuesta su poesía?
A comunicar, a transmitir y también a que se conozca mi país a través de mis palabras; pero sólo el lector es la máxima apuesta.

10. ¿Qué incidencia tienen los premios a nivel personal?
Para mí son un reconocimiento a mi trabajo, a los muchos esfuerzos, es una gran satisfacción por la labor cumplida y contribuyen mucho a tu carrera y me alegra de que con ellos, Panamá vaya conmigo.


11. ¿El amor es el bastión de la poesía en general?
Todo poema es un testimonio del amor por lo que se cree, independientemente del tema o de lo que se aborda.

12. Bernard Shaw dijo: El amor es una burda exageración de la diferencia entre una persona y las demás. ¿Cómo defines tú al amor?
El amor es la sobrevivencia.

13. ¿Ha pensado alguna vez dejar la poesía?
La poesía me ha dado cosas hermosas y con ella llevo mi vida, no se me ocurriría abandonarla.  Es lo más fiel que tengo conmigo, como mi madre.

14. ¿Podría citar un poema que lo haya marcado?
Aproximación Poética a la Muerte de Tristán Solarte, panameño.

Un poema – Javier Alvarado


MARCARIA ESPINOZA

Y en su vientre nos reunimos en un llanto compacto
Eugenio Montejo

A Mamá
Todos colocados en la misma escena.
En las esquinas los nietos
Y a los lados los hijos de ella (amortajada como una novia).
Yo estoy en el fondo de su pecho
Naciendo de su cuello como un tumor
O como una prismática vena.
Los poetas nacemos de los torrentes más extraños.
Dicen que el olvido presionará el disparador.
De esta nueva Lumix saldremos todos:  la familia que nunca fuimos.
La que se quebró como un espejo y donde se diseminó
Como un rio de larvas, la memoria.
Aquí cada uno muestra su mejor sonrisa
Y otros su disimulada alegría, ocultando la más notable decadencia.
Unos tras de otros iremos faltando.
Aquí posamos con su único retrato, el que desconocemos.

¿Quién trazó los caminos de la loca?
¿Quién determinó los partos en el aire
Donde cuajaron los átomos de su maternal locura?
¿A dónde ese abuelo perverso que le arrancó
Los llantos, el hambre y la risa opacada de sus hijos?
Ella revolotea por los cielos de Las Minas
Como una cascocha en reposo,




Como un vapor de cristal en el arco del sonido.
En todas las aguas ella los busca sin hallar
Todas las teorías que fenecen en los ojos.
¿A dónde vivió?  ¿A dónde fue?  ¿A dónde estuvo?
Caminaba con un palo y terciaba
Las figuras moldeadas por el polvo,
Andaba con un traje limpio y con unas trenzas largas
Tejidas por la nervadura de la noche.
El humo nunca entró en sus ojos
Y se le oía cantar desde los lejos.
Abuela: voy moldeándote en cada paso por estas tierras
Con un cordel de furia
Donde no tengo nariz ni ojos ni manos en la opacidad para palparte
Para ser como el arroz que crece como una mano de pilón que sorbe gritos
Una enjundia de los terneros que tiritan
Acurrucos que danzan en el espacio hasta dominar el frio.

Si te  he de imaginar entre las sombras
Portando la mortaja del alba en manicomio
Trazando una fábula por ese Matías Hernández en donde te oigo llorar
Como una niña atiborrada de muñecas
Donde hay asfixia y musgo, o campanas sordas atragantadas por el limo
Por una jofaina seca que se revienta en la pubertad del foso
Son estaciones inversas las que encuentro
En tu fervor de remolino.



Te da mucho miedo el enfermero negro.

No soy un conejo para estar comiendo tantas hojas.
Yo no he de estar aquí, he de estar en una casita de barro
Con la comida caliente y la infancia de mis hijos,
Pobres pero radiantes y mordiendo los tubérculos de la tierra.
Mírenme aquí  paciente psiquiátrica
Con expediente desaparecido.

¿Quién puede descifrar o imaginar el dolor
Que se postra en el cerebro de los locos?

Aquí estuvo y se sentaba a llorarlos en los resfriados
Y febricitancias del día.
Nunca imaginó la barba de sus hijos ni las primeras menstruaciones de mi madre.
La queremos imaginar cómo era
Alta y bella como la esfinge
O como una diosa del Olimpo o una flor del Espíritu Santo con pollera.
Se fue deslizando en un quejido agrario.
Al Ciprián fue a dar y no sabemos
El secreto de su tumba.

Posemos todos.  Ella está aquí. 
Tiene el vientre abultado, muy abultado.
Hemos regresado a ella.
Hemos vuelto a su vientre
Con un llanto compacto.
 
                           
 Javier Alvarado (Santiago de Veraguas, Panamá, 28 de agosto de 1982) es un poeta panameño, cuya obra ha recibido varios premios. Hizo sus estudios de bachillerato en el colegio Panamá School y se licenció en Lengua y Literatura Españolas en la Universidad de Panamá (2005).


Premios
Cuento y leyenda en los Juegos Florales "Carmen Sánchez de López" del Panama School.
Premio "Diana Morán" intercolegial, en poesía y cuento en 1998, y en poesía en 1999.
Diploma de Honor por el INAC en el Primer Encuentro de Niños Escritores.
Premio Nacional de Poesía Joven "Gustavo Batista Cedeño" del Instituto Nacional de Cultura de Panamá en los años 2000, 2004 y 2007.
Premio Nacional de Poesía "Pablo Neruda" 2004 convocado por la Embajada de Chile y la Universidad Tecnológica de Panamá.
Premio Joven Sobresaliente por la Cámara Junior, Capítulo de la Ciudad de Panamá a logro cultural 2005.
Premio Signos de Poesía "Stella Sierra" 2007.
Mención en el Premio Casa de las Américas 2010 por Carta natal al país de los locos (Poeta en Escocia)
Premio de los Juegos Florales Belice y Panamá (León, Nicaragua) 2010
Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán, poesía 2011
Premio Internacional de Poesía Rubén Darío 2011, convocado por el Instituto Nicaragüense de Cultura.
Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2012, convocado por la Universidad de Quintana Roo, Union de Escritores y Artistas de Cuba, Jorge González Durán y la Revista Río Hondo.

Poemarios

"Tiempos de vida y muerte" (INAC, Panamá, 2001)
"Caminos errabundos y otras ciudades" (UTP, Panamá, 2001)
"Poemas para caminar bajo un paraguas" (Imprenta Alvarado, Panamá, 2003)
"Aquí, todo tu cuerpo escrito" (INAC, Panamá, 2005)
"Por ti no pasa nunca el tiempo —y otros poemas al espejo—" (Panamá, 2005)
"No me cubre de edad la primavera" (Poemas de Ocù) (Panamá, 2008)
"Soy mi desconocido" (9 Signos Grupo Editorial, Panamá, 2008)
Carta natal al país de los locos (Poeta en Escocia)México, 2011
"Ojos Parlantes para estaciones de ceguera (Nicaragua, 2011)
"Balada sin ovejas para un pastor de huesos (UTP, Panamá, 2011
"El mar que me habita"
"Viaje solar de un tren hacia la noche de Matachín"
                         

jueves, 14 de noviembre de 2013

Tienes razón compañera




No es que los veranos hablen de amor, es que el invierno no habla de nadie. Mas tienes razón compañera, tienes razón cuando dejas al albedrío nuestra historia, cuando ya no haces nada por abonarle a la tinta de los días, cuando me dejas tanta confección para esta soledad de espejos. No sé adónde voy, porque quien parte de ti, no va hacia ningún sitio, porque eres todos los lugares. Saberlo por ningún momento me afirma en los peldaños de la sabiduría, sino en esta cotidianidad de manteles con mancha de una tan sola botella.


Tienes razón compañera, llegar fue una decisión de dos, largarse es el milagro de la dignidad y solo responde a uno. Esta constancia de cerrojos me aprisiona en la intemperie del saldo que me ha dejado ser yo. Me pongo a prueba, me deslizo, acudo al sedentarismo, a la memoria de las sillas, el peso compartido de soportar ideales que conducen a la legión de los engañados, es decir, o mejor dicho, por callar; mas no, compañera. No merece tanto silencio quien deja tanto ruido en los lados blandos del sentir. 

Lamento estar aquí, y someterme a los daños colaterales, a oler de tu cigarro sin fumar, estar en el escenario del amor sin amar, si quieres tú, asistir al viejo local del lugar de una vieja historia que no terminó de hallar su desenlace.

Pero te comprendo compañera, a vos te da la conversación, la fineza del champan a media noche, el cine en compañía de nadie, el tributo de la risa en cada palabra. Tanto pesar olvidado, esto es mío yo coincido con las palomas de mi parque sin estrenar y de muchas formas el convenio de la vida no lanza los dados con la sutiliza de un gane, pero para que ganar, cualquier victoria que no te incluya sabe a derrota y eso de las confesiones oscuras, habla mucho de mí sin que me presente. Mira si eres cobarde, o mira en lo que me has convertido; me llamas por mi nombre y algo de mí se quiebra. Lo comprendo compañera, aunque parezca no hacerlo y dentro de mí las procesiones me guarden el luto de cosas que nunca nacieron. Si alguna vez me reparo de esto, no sabré como llamarlo, ni como volver a verme, si tendré el valor de perdonarme.

Que rubor deja el recuerdo, que solos están los que no los espera ni la muerte. Compañera, no aprendas a disculparte o por lo menos conmigo no. No hay perdón que retribuya el quebranto, solo espero que le traten con el mismo decoro que a sus anchas ha sabido expandir, que le devuelvan el mismo gesto de su boca y dos veces más el silencio de su conciencia, no perderemos nada en vetar los ínfimos bosquejos que le dejamos a la sensatez en dejar las sobras de nosotros, no hay adjetivo que nos califique, la mierda dejada para saciar lo poco que nos alcanza de saber de nosotros y de eso partir a tener una felicidad emisaria de la hipocresía, no me quiero sumar a más. Es por eso compañera, de esto dicho, de esto y un tajo más, siempre supuse que la literatura es enemiga de la soledad, hecha por la soledad...


Tampoco le asisto a tu mente víctima del flagelo a no decirte mi última verdad y definitiva: Para matar un sentimiento se necesitan las brazas de lo que ya no saber arder, y aunque ese fuego de alborada no me caliente dentro de mí, quemaste lo necesario para dejar en libertad a este que ahora soy. 

Reitero, y finalizo que hacen falta dos brazos para terminar esta última unión de almas, pierdo hoy para ganar en mi conciencia. Gracias sin camuflaje, perdón sin rencor. Mi más sincero beso donde no se merece, en su boca llena de cosas sin decir que morirán ahí, donde ya no importa.

Wilfredo Arriola. 

viernes, 1 de noviembre de 2013

Momentos



Hay momentos que nos recuerdan que no hemos nacido.
Quizás en la resonancia del viento
sepamos aprender que este oficio de llamarse vivo
no es sólo gastar la nostalgia en la mirada.
Sino más.
Conocer el espesor de un día que no sabe acabar
aprender a avalar la inquebrantable respuesta de los espejos
de saberse desnudo, desunido, casi disonante.
Si llega y te destruye la ideología, te equivocas: estabas baldío.
La vida solamente es novedad
cuando la ausencia es polvo y avanza hasta desojar este latido,
que sólo responde al trazo de quien nos sabe pintar.
Qué torpeza esta de quererte a puños apretados
como detrás de mí, casi detrás de la palabra “trinchera”.
Porque siempre es difícil hacer una valoración
coherente de lo que nos sorprende, hacerlo con exceso 
desnuda nuestras carencias
decir a tono lento que no hay peor turismo
que el que lidera un ataúd.
Hay momentos que nos recuerdan 
que no hemos nacido
y otros
la deuda de no aprender a vivir. 

Wilfredo Arriola