lunes, 30 de noviembre de 2009

Pedazos de Noche


Siento que cargar mi vida me pesa, incontrolado me eh devuelto a las calles a seguir el viento eterno que ondea el vestido de la noche, trato de sentarme en cualquier esquina donde la tristeza tenga toque de queda, reverbero pone lumbre en mi cabeza insípida, aclárame la duda esquizofrénica, la duda amolada. Tiene que ser lunes por que este entierro no cesa de caminar, hay ya muchas muertes, sistemática la caída que embriaga el pergamino de mi testamento lirico, este abrigo me sofoca dice con su sombra: Velero sin su mar, ¿Dónde vas? Yo no sé con qué destino bohemio…Entrañado detesto su voz, siento mis oídos que claman por el himno, ese himno que de su boca emana. Pero eh salido de casa, para huir del flagelo impertinente del recuerdo, hay noches que ni quedan ya en el historia, si fuese posible quemaría la crónica de la senda andada; mis pasos recuerdan su torrente. Los cafés, suelen ser anestesia, para estos momentos, are de el una metáfora tal vez me limpie su historia. Son más de las 2 de la madrugada, el olor a lejanía se instala en mi silla de lado, taxis circulan con prisa de nerviosismo, Yo con el removedor oleando mis quejas en el café. Es hora de regresar al recinto que me alberga, aunque es volver a besar el fantasma, me estoy haciendo bien romántico -comenta mi consiente- Otra carta descartada, me sienta bien planchar mi ropa, y mudarme de su casa, aunque de sobrenombre la llame mía.


Wilfredo Arriola (en una madrugada de esas, que ni nombrarlas vale la pena)

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