En tus orejas invento todas mis palabras
y cada sonrisa me imprime una nueva necesidad.
Mientras camino por la luna
desde la inventiva de mi pupila
y tú abordas el mismo bus
que sabe dejarme en el paladar
un puño de amargura, una estela de espera...
Me vuelvo esclavo de tus ojos prohibidos
en este espacio cerrado
solo sabiendo vigilar, la vigilia muy a tu horizonte prohibido.
Llaves sin cerrojos
puertas hacia ningún lado
acá cada camino es un precipicio
y un poema es el mejor testigo
para no decir nada.
Un poema, al fin es un poema
aunque para ti,
sen las letras de -otra noticia-
en el periódico que nunca estaré
Wilfredo Arriola
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