ESTA NOCHE le cante a la
soledad.
Y ella me escucho.
Lagrimeé esa canción de venas
hinchadas
le dije pudiente:
Era para ella.
Como no hacerlo
con la voz de hierro sangrada.
Es extraño como me miran
las camisas huérfanas sin tu
aroma,
es extraña ver la camándula
rezando,
sin tus manos derramadas.
Ya no te quiero mientras cante
esta canción,
de estribillo olvidado.
Mañana despertare en otra cama,
vestiré el sentimiento de
samaritano
para pedirte un mendrugo de tus
caricias.
Esta noche sude la inocencia
te grite dos salves maría
figurando pena.
Como reciente la cordura mi
vida
si cuando estoy a tu vera
me lleno del más demente tiempo
ese de cantos tibios de
madrugada.
Esta noche le cante a la
soledad.
Y ella me escucho.
Sentía su aplauso,
tímido con silencio, mordaz sin
gesto.
Rondo los pasillos, sin
llevarme puesto
es que no soy yo, en mi cuerpo
es que eres tú, en mi tiempo.
Cobarde rompo las flores
de tu preferencia,
niego mi existencia en cada
palabra abstracta,
en cada perdón pedido a nadie
en cada silla frente a mis pies
doblados
en cada copa vertida sin vino.
Hoy naci muerto cantando
hoy fueron tantos días,
aun divago.
Termino estas notas
a solas
y sin invitación.
de Intempestivo
Wilfredo Arriola
1 comentario:
que grande amigo...cuando escribes desde el corazón, él es el que lleva tu pluma...
un abrazo
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